De Festivales: lo que la Tonada debe aprender del Chamamé

30 Ene

20170124_202731

Apreciaciones luego del Festival Nacional del Chamamé 2017

Para que quede claro de entrada: esta concisa nota abordará lo que los géneros musicales desarrollan en los festivales que los invocan, dejando para otros análisis el entendimiento particular de cada uno como desarrollo en otros contextos o marcos de acción. Entonces, hablamos en términos de clima festivalero, no en el plano de la constitución y características e historias musicales que subyacen en cada caso: la tonada cuyana y el chamamé.

También debemos establecer ciertas coordenadas que siempre envician la supuesta esencia territorial y libre expresividad de este tipo de eventos multitudinarios donde desfilan grupos/solistas locales y artistas consagrados a nivel nacional, pertenezcan o no al género en cuestión: managers, contratos, orden en la grilla, horario de intervención, prestancia en el cuidado del sonido, dinámica de prensa, presupuesto municipal/provincial, intereses comerciales y criterios de inversión directa. Inclusive, algunos músicos profesionales, van a los festivales sólo a trabajar. Y punto.

Con todo este alambrado de condicionantes, aún así, el Festival Nacional del Chamamé cumple musicalmente con lo que promete, aunque parezca una obviedad: se toca 90% chamamé (o sus derivados) durante todo el desarrollo del festival. Inclusive, en esta versión de 2017, los “foráneos” al género buscaron adaptar y rastrear algún clásico o canción litoraleña, tal fue el caso de Baglietto-Vitale, Falú-Moguilevsky, inclusive hasta el “plato fuerte”, Los Nocheros, que se acomodaron con dos chacareras al inicio, pero tuvieron que condescender con un repertorio chamamecero hasta el final.

En el Festival Nacional de la Tonada, nada de eso ocurre. Los invitados de mayor peso específico, no tienen condicionantes de ningún tipo, ni tampoco tienen el gesto de ser tributarios con el evento al que son invitados. Y, cuando ocurre, aparecen burradas como en la que incidió una vez Soledad Pastorutti, que, porque estaba en la celebración de la tonada, cantó “Tonada del viejo amor” de Dávalos-Falú

El desarrollo del género, entonces, en la Tonada queda confinado a los exponentes locales de corte costumbrista o de fusión contemporánea, donde también se continúa con el vicio: jugar al recurso tribunero de apelar a los clásicos. Eso en Corrientes también sucede (La Calandria/ Kilómetro 11, son los ejemplos más abusivos), pero se redime porque respeta el componente sustancial que justifica la realización del festival.

El Festival Nacional del Chamamé, a diferencia del Festival Nacional de la Tonada, contiene muchos artistas que tienen OBRA prolífica del género que interpretan, por ende, hay constitución de referencia: Raúl Barboza, Chango Spasiuk, Mario Bofill, Ramón Ayala, Cacho Espíndola, Tarragó Ros, Rudy Flores, Fabián Meza, Los de Imaguaré, y así en una lista interminable. En la celebración de Tunuyán eso no tiene rastro. Los hitos han quedado lejanos en el tiempo o se han perdido: Hilario Cuadros, Félix Dardo Palorma, Ernesto Villavicencio o Anselmo Bustos. El mayor exponencial, queda entonces limitado al gusto más rancio que pueda dar esta región: Los Trovadores de Cuyo con su apelación permanente a la virgen, los granaderos y a la patria malvinense con un tufo a milicada que no deja de sorprender. Por otro lado, el dúo Orozco-Barrientos pareciera ser que se quedó en el amague, sin poder contagiar el adn del género, habiendo tenido la difusión de los medios a disposición.

Ojo. Tampoco hay que caer en la berretada de aquellas frases remanidas, esas que hablan de recuperar el acervo cultural, la raíz, la esencia de la tierra, blabladurías que sólo buscan un espacio en el festival, pero sin alterar o proponer nuevas texturas musicales, y que terminan repitiendo el costumbrismo soso y nulo de empatía con las nuevas generaciones. De eso abunda, y mucho: la palabra nuevo o hablar de nuevos cancioneros, no implica sólo escuchar tonadas nuevas, sino promover la evolución en su narrativa y en sus armonías. Acá todavía se discute con respecto a la nueva instrumentación de la música cuyana, tratando de bajar línea como si fuera una verdad incuestionable: “esto no es cuyano” En el chamamé esas discusiones están superadas: ya está instalado el uso recurrente del bajo eléctrico y de instrumentos que originalmente no nacieron con el género: violín, teclado, saxo, guitarras cumpliendo roles de primera voz.

Como todos los festivales, también en Corrientes se adolece de la impostura del gauchaje (con sus infaltables cuchillos de plata cruzados al cinturón), la fuerte impronta religiosa en la virgen de Itatí, en una postal de anacronismo que asusta. Vicios que mencionábamos al comienzo. Pero, a diferencia de Cuyo, en Corrientes, el matiz religioso-pagano tiene una fluidez mucho más concreta y real no sólo en la virgen citada, sino principalmente en el aspecto devocional que tienen con el Gauchito Gil.

El Festival Nacional de la Tonada: o es hora de cambiarle el nombre que acabe con su hipocresía o, de una vez por todas, busca desarrollar el género que promete en su invocación. Desarrollar no significa repetir o reinterpretar. Desarrollar significa crear y ser creativos. Porque lo único que tiene de “nacional”, es que caen proyectos musicales de distintos lugares del país; y lo único que tiene de “tonada” en su espesor, es la palabra TONADA que aparece en su afiche promocional, salvo que tengamos la ilusión de que Luciano Pereyra, Abel Pintos, Jorge Rojas, Patricia Sosa (números asegurados en la versión 2017) interpreten o realicen versiones de las obras de los mayores exponentes de la tonada cuyana.

Una respuesta to “De Festivales: lo que la Tonada debe aprender del Chamamé”

Trackbacks/Pingbacks

  1. Tonada del viejo amor no es una tonada cuyana: la ignorancia festivalera | elomardeLejanOeste - febrero 13, 2017

    […] otra nota ya habíamos apuntado algunas características y expectativas que se terminan asumiendo alrededor de los festivales. En este caso, en una de esas, es muy probable, que alguien esté esperando que pase el cochero […]

Deja un comentario